Esa noche de sortilegios
el mar de tus ojos no tuvo sueño
y a pesar de contarme tantas cosas
tus olas caían suavemente
sobre mis labios ya humedecidos
por tus besos lentos
el cielo suspendido en tus manos
parecía un amante lejano
y las estrellas posaban
innumerables en tu boca
mientras la risa loca de las aves
revoloteaba sobre tu cuerpo infinito
la voz insomne de algas apasionadas
que dirigían hacia ti la mirada
esperando que tus parpados cansados
pusieran fin al conjuro de tu canto
que columpiaba aquellos barcos lejanos
que se entrelazaban dulcemente
bajo el marco musical de una canción azul
en un fondo de noche dulce y apacible
no me percate de aquel vestido dorado
que cubría tu cuerpo de olvidos
con destino a la nada
pero aun eres libre contando recuerdos
soñados en las sombras de seres extraños
nacidos de tristes ilusiones blancas
con presencia huraña
Tu voz caminante atraviesa luces
llanto lluvia y fuego
y acaba lenta y sorda
en aguas de sueños serenas e infieles
y el mar de tus ojos levantan al cielo
y gritan torrentes
de amor y consuelo
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