Horas tensas
angustiadas,
fatales
desesperadas,
horas aciagas
que se incrustan
lentamente,
como substancia letal
como mirada perdida,
anunciando el jubileo
de tu ida.
Por qué
volvistes,
por qué
asomastes
la trémula sensación
de tu indolencia,
o la pérfida
e infame traición.
No mereces
estar en el recuerdo,
ni en la nostalgia
que fluye
en los alegres
y míticos pensamientos,
que se conmueven
ante una lágrima
que moja los vientos,
ante la pena
que brota de un amor.