Deja que mis ojos
se empapen,
con la lluvia de tu engaño;
deja que los vientos
ya no me acaricien màs
y que la lejana sombra del amor
me atormente,
hasta que la aurora matinal
me despierte,
del sueño eterno que me dejò
tu mal amor.
Deja que las horas
avancen sin sentido,
que la noche azul
que mis labios dibujaron
con tus pèrfidos besos,
juegue en los laberintos
de las ilusiones
y que las violetas que te regalaba,
adornen el silencio de mis penas
que se pierden,
en el horizonte sin luz
por donde vaga tu amor.