No hay sensación y la rutina espía mi vida,
acorrala con sabor a maldad todos mis días.
Estoy clavado por labios de silencio
y la libertad que tuve salió con dirección al viento.
No tengo que decir todo se consumó.
Mientras las madres en conjuros de tristeza
se van alejando de la vida,
todos expectamos el derrumbe de la historia.
Hoy o mañana o quizá nunca,
volveré a contarles mis angustias
y con mi soledad y todas las soledades,
me iré caminando por las huellas de la vida,
rumbo a la ciudad de los engaños.