El mundo es nuestra cárcel
cuando estamos lejos de lo que amamos
nos convertimos en barrotes húmedos
forrados de amor y sin libertad
en el cielo vació de nuestros horizontes
sobre la tierra de nuestra cárcel
se agrietan nuestros dolores
mientras el rostro iluminado del amor
que amamos se multiplica en una resta
de gestos de voces y de muerte
y nuestros rostros tristes empujan nuestras almas
hacia un silencio torpe herido de muerte
solo somos hablantes de penas
gestores de corazones tercos que palpitan fuego
noches ahorcadas y muros circulares
de falsas soledades y luces apagadas
estamos inconformes ya nadie nos ama
sin embargo hay alguien que abre sus brazos
para darnos ese amor que amamos
es un rostro adusto con manos de marmol
es un gesto tierno que llora la vida
es nostalgia ingrata y risa muy fuerte
son las rosas negras que nos trae la muerte.