Cuento erótico III - Editorial
Frase de la semana |
"No llores porque ya se terminó... sonríe, porque sucedió." |
-Gabriel García Márquez |
Se acercaban a un biombo que estaba en mitad de la carpa. El biombo crecía de manera sorprendente a medida que ellas se acercaban (Las diferentes percepciones), y cuando estuvieron enfrente era tan grande como la carpa, como el desierto, y llegaba hasta el cielo tal vez, pero no tanto, porque miró a la mujer y ésta dijo:
-Votre regard me trouble -y se tapó la cara con una parte de la túnica, descubriéndose de nuevo; Luna entonces quiso golpear su puño contra el biombo, tratando de romperlo (El deseo de la seducción) pero la dama, recuperada de su turbación, hizo ademán de abrir una ventana y, efectivamente, una ventana se abrió mientras decía:
-Yo soy aquí la que rasga los velos (La Mujer y el Nuevo Paradigma Femenino) -y del techo de adentro del biombo colgaban figuras que Luna pudo ver.
No colgaban del cielo sino de algunos metros hacia arriba, hasta donde los ojos le permitían distinguir, e iban descendiendo hacia el piso como visiones que se acumulaban y se tocaban, una sobre la otra y una al lado de otra.
En esta ocasión encontró hombres además de mujeres, pero hombres que estaban tan absortos, tan concentrados en lo que hacían, que parecía imposible que alguno saliera por un rato de su ensimismamiento y llegara a mirarla.
“No importa”, pensó Luna, “haré de espía o de voyeur“.
Estaban vestidos de una manera bastante anticuada, y sus parejas eran mujeres vestidas de ese mismo modo.
Cada pareja flotaba en un espacio único, particular y solitario, adentro del conjunto.