Es una tarde más de verano
que se asoma con olor a otoño
cubierta por un cielo blanco
lechoso que empieza a gotear
entrecortado hasta llenar
las veredas mugrientas
por tantos pasos de tanta gente
o por muchas penas de repente
que cruzan regresan o van directo
Lejos esta el sol y aunque no hay truenos
hay temor resentimiento
las caras están repletas de hastío
y revientan en miradas farzantes
No me he percatado de la hora
porque vine a paso lento
recordando a ver si recuerdo
aquellos parques llenos de sol
salpicados de silencio
en donde los amantes acampaban
y volaban los besos que se daban
como pájaros al viento
Aún están los troncos de abeto
mutilados por amores que se fueron
Pienso que es posible llamar
a la isla de los espegismos
como es posible oír esa voz gris
que me cuela la saliva
Acaba de pasar muy junto a mi
las ganas de saborear la miel
y aunque para mi solo haya hiel
me aferro a pensar que es posible
encontrar en un tallo esa miel
Han llegados dos seres cautivos
ambos se cuelgan de sus hombros
de pie parecen besarse
y ahora se alejan a la triste tarde
Parece que estoy mirando
aquel país de las sombras largas
donde muchas personas llegan
a acrisolar sus sueños y frustraciones amargas
Yo hice un alto al recuerdo
y voy terminando en un salto
Ahora creo que las anchas veredas mugrientas
están hechas de sudor y sangre
que se mezcla con la desventura
y quedan listas para transitar
por valles de dolor y olvidos
Somos un puente construido lentamente
con murallas negras que nos da la muerte.