a mi boca suben tristes visajes de frio
por los andes metálicos caminan
como lombrices de versos en polvo
custodiados de un cóndor de seda
una ronda de sueños ignotos
prendidos a mis ojos sin volver
están llenos de voces perpetuas
que evaporan mi cuerpo y se van
las horas hierben y abortan
dorados tiempos firmes y agudos
que punza la lengua y el verbo profundo
una piedra negra engendra la cara
de los soñadores que rompen silencios
y la poesía como sexo virgen
siempre y hasta siempre atraerá al hombre