En la guitarra de la tarde
se enredan las brumas,
mientras en el litoral
de mi beso
con anhelo salvaje
se detiene el humo consumido.
No es la distancia
del amor al recuerdo
la que transforma
nuestros perfiles;
hay en el fondo
un rio que desborda
cuando lentamente
sacudimos el alma
en la niebla,
entonces mi soledad,
la tuya,
la de la lluvia
que atesora el trigo
y todas las soledades
regresan al càliz
de la primavera
con su olvidada alegria
tiritando en el trompo
del viento.