A veces recuerdo mirar a mi padre
ante una mesa breve humilde
y serena
y mientras lentamente me hablaba,
el mundo me parecía fascinante.
Con sus manos tensas acariciaba la vida
y con sus ojos sabios a todos nos miraba y
luego de beber el ultimo café
yo ya entendía la injusticia
y el por qué de la desigualdad humana.
Mientras la vida se consumía en sorbos
de lucha y en abrazos del alma,
eran hermosos los días y mas bellas
las mañanas,
Un día no hubo mesa ni sorbos ni café
por la mañana,
porque mi padre se fue a beber café
a la nostalgia y al recuerdo
de horas de penas blancas y de esperanzas
donde el sol primaveral no calentaba.
A veces lentamente
me gusta sentarme en una mesa breve,
humilde y serena
humilde y serena
para contarle como va la vida
a mi padre.