Que me das
y que te doy
para que exijas amor,
donde se encuentran
las promesas,
aquellas
que nuestros labios sellaron
con melodiosos besos,
promesas de tantos meses
de las cuales
solo quedan nuestros labios,
encadenados al tiempo
maldito tiempo,
que fue destrozando lenta
pero ferozmente nuestro amor,
no necesito pensar
acerca de lo que pasó
y menos de lo que debió pasar,
pués no tengo
complejo de profeta
y aunque te sienta aún cerca,
todo acabó
estimada princesa.