Recuerdo
haber estado
solo,
era un dia
presentido,
de aquellos
en los cuales
no se puede
evitar nada,
estaba
preparándome
para vivir,
y aunque sentía
miedo ese día,
confiaba
en la madre que tenía;
recuerdo que de manera
rudimentaria
se dibujaban mis
manitas,
mi respirar
dependía de ti
y aunque no eras
mi dueña,
siempre
desde
que me concebistes
te amé;
mis labios besaban tus
cordones,
gozaba
con tu risa
y con tu voz,
soñaba
encantado
en tu regazo
y jamás me imaginé
lo que sucedió;
yo no sé
de sufrimientos
ni tristezas,
ni tristezas,
porque cuando
concebido fui,
era un día
de conjunción
armoniosa,
de risas
y de rosas,
duró eso
tan poco,
hasta aquel dia
en que
te enteraste
de mi,
ese dia
escuché
un grito en
mi silencio,
que tan
seguro estoy
me dormí;
desperté
en medio
en medio
de lluvia
de sangre
y siento aún
como laceraban
mi indefenso
y ridiculo cuerpo,
de tus entrañas
venían más golpes
y aunque me aferraba a ti,
me dejaste
morir sin defenderme,
y aunque no fuistes
dueña de mi,
de tu cuerpo
que custodiaba
mi existencia,
tú mi madre
me dejaste ir.