En las hojas del silencio
que se elevan como cánticos,
que se turban como arreboles en flor
alli donde la humedad nos iguala,
te estoy esperando
con la melodia de una tarde
inesperada,
con el eco de tu voz
y vienes musitando,
como las olas temblorosas
de un mar apagado,
marchito de angustia
la plegaria de lejana ausencia,
de amores transitados
de sentimientos olvidados,
y de un amor
que se te hizo huella
y está preñado de dolor
y de mucha pena,
tal vez mutilado
por una fingida pasión.