Luego se hizo todo borroso
los vientos se calmaron
y los gritos se postraron
ante una luz casi mortecina,
yo caía lentamente
avisorando un adios
sobre una espina
y las sombras me colmaron,
mientras saboreaba la dulsura
de una estrella lejana
que se acercaba más y más
iluminando la razón,
atrapada en cada esquina
de tus ojos violetas,
siguió la noche
vestida de seda roja
y las pocas cosas que quedaron
parecian una ilusión de llanto
parecian un sendero apagado,
tal vez remedaba un sueño
casi eterno o un frenesi atormentado,
todo quedo de pronto quieto
como una torre olvidada,
como una pena en tu corazón
guardada.