Pasan los días
y lentamente amanece la noche
frente a mi ventana hay un árbol
copioso que huele a lluvia
aunque no llueva
a el acuden todas la libertadades
extendiendo sus brazos
en medio del rabioso viento
pero logran guarecerse
en sus entrañas
Son libertades que buscan más libertad
pero se esconden
de las tinieblas pervertidas
que asesinan la razón
Pasan semanas pasan años
y el árbol sigue allí oliendo a lluvia
haciendo el rito silencioso
de vencer las sombras
Enfrenta sus raíces a la adversidad
para él no hay veranos ni primavera
hay otoños e inviernos que guarecer
Esta paralizado por lo que sucede muy lejos
y tan cerca como los silencios
como la soledad
Pero sus prodigiosas ramas
flamean victoriosas
como montañas de piedra
como banderas de paz
El cuida la pluma y los brazos abiertos
y acomoda el refugio de la libertad
Mi ventana es su faro
su único sustento
y mis ojos son el fuego que lo hace brillar
Mi árbol esta inclinado al paso de las águilas
hacia las eternas cascadas del sol.