Deja
que
la lluvia
está
acariciando
mis manos
y enjuagando
mis
pensamientos;
deja
que la noche
está
cantándole
al alma
y las estrellas
temblando
de deseo;
deja
que
los olvidos
bailen
al son
de tu ausencia
que
tus nostálgicos
ayes
resuenen
en el
ocaso
de
tus afanes;
deja
que
ya es hora
de la calma
ya es hora
de cantarle
al
alba
y
en conjuro
de risas
correr
hacia
el horizonte
donde
perdiste
el alma.