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Estaba taciturno,
contemplando los olvidos,
esos que de pronto nos hacen llorar
no son recuerdos,
que brotan como el trigo
son momentos idos,
que nunca volveran.
Estan calcinados,
en los acantilados de un mar indiferente
y su silencio nos quema el pensamiento,
no nos permite su voz alcanzar
son las penumbras de nuestros dolos,
de nuestras iniquidades
fantasmas que no saldran jamàs.
Olvidos impenetrables,
sòrdidos
acumulados,
infames
y atribulados,
que golpean nuestras vidas,
sin regresar.