Por tus manos
adoloridas
de acariciar
las sombras,
por tus labios
olvidadados
de besar,
hay una pena
tan grande
que no se puede
ocultar,
estás
en los recuerdos
de los mares,
en el equinoccio
de mis noches
y en el crepúsculo
de mi oración
matinal,
tus deseos
son raíces
a flor de piel,
fijadas
en la eternidad
de la lluvia
y en el horizonte
que rompe
en llanto
mi beso
y el tuyo.
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