El sólo veía...
El surco que deja la yunta, el hambre por marabunta,
La miseria que asusta, y el trabajo que abunda.
El solo oía... el lamento triste, un llanto amargo,
La vida en letargo, y un grito largo
Por aquello que maldeciste.
El sólo sentía...
Una gran desesperación, un coraje inusitado
y contenido, un vacío en él estomago,
La ignorancia en maldición, un derecho no tenido,
Y la muerte de su vástago.
El solo sabía... la paciencia que tendría,
El día que llegaría, que todo cambiaría,
Que esto acabaría.
El sólo pidió... paciencia a su rencor,
Pasión a su valor, para poder luchar
Contra su opresor.
Mientras, el maíz en el surco crecería.
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