En sombras estaban tus ojos
lejanos dulces y buenos,
estaban tiernos elocuentes
y miraban despacio y callados,
allí estaban pensativos
recostados al tiempo,
miraban mis manos, mis labios
miraban al viento tranquilos,
besaban tan suaves y ausentes
y distantes como el cielo profundo,
en la sombra en que estaban
callados, vacíos,
y una niña asustada y callada
me miraba entre agua y roció,
allí quedaron sus ojos tan dulces
sus ojos tan tiernos,
limpios como el aire
tristes y tranquilos,
y la sombra formaba un rostro
taciturno apenado y soñando.
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