Era bajita, era preciosa.
Desde que tuve razón
la vi afligida...llorando.
Me gustaba cantando
meciéndome en sus brazos
y en mis enfermedades
siempre cuidándome.
Casi siempre por las tardes
nos hacia arrodillar
junto a ella, ante un cuadro
de Jesús y nos enseñaba a orar.
Fui creciendo viéndola llorar
y mientras cosía
la ropa o lavaba la de todos,
se pasaron los años
y yo crecía entre sus lagrimas
y ella que me decía
tu seras profesional...
hasta que un día y abrevio
llena de sentimientos
abrigada por las penas
y por sus desalientos
sin decir una palabra
como una paloma al viento
mi madre voló y voló.
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