Inclinado hacia tus ojos
en esta tarde gris,
con redes de colores
pretendo atraerte,
como atrae el pescador
la boca del pez;
hago señales
para que te des
cuenta,
pero todo es inútil
ni siquiera tus labios
vienen a mis redes;
será que el mar
atrae con más fuerza
tus ojos de océano
o tal vez la ola núbil
te defiende de mi?
mientras sigo inclinado
en la tarde protestante,
las aves de la noche
picotean las estrellas
con lentitud de amar
y la luna que se ausenta
entre besos,
galopa como yegua
echando espigas azules
sobre la tierra;
desesperadamente
mis palabras
convertidas en eco
me anuncian
que lo he perdido todo,
y en el silencio
de esta tarde malhadada,
siento un laberinto
de ayes
que van tejiendo
la sombra de la noche;
la lluvia que derrama
aún su débil cántaro
de ausencia,
se delata como cómplice
de tu cuerpo negado,
mientras la luna
violenta ahora con fuerza,
se pasea lejana
por las calles mojadas
las hojas
de plantas ingratas,
siguen en silencio
mirando quedamente,
como se derrumba
el alma;
la noche revestida
de caricias,
teje los besos
haciendo una alfombra
para que pase el olvido;
mientras se avecina
una cruel tempestad
que a no dudarlo,
hará que naufrague
éste amor,
que solo se ha quedado
sin la luz de tus negros ojos
y sin el abrigo de tus brazos,
que cruelmente
se extienden
en el horizonte
de la pena;
los viejos caminos
que me llevaron a ti,
ahora musitan
aquellas voces calladas
y la nostalgia de esta noche
lejana,
extraña la tarde
en que tu vientre
sintió suavemente,
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