Son las 7:12 de esta noche
que ha caído sobre mi cabeza,
a tal punto que hoy mis ideas
estan bastante idas por cierto,
no obstante se nota a lo lejos
una melodia triste y llorona,
que balbucea una canción
tan triste como mis manos,
que acaricia un cuerpo borroso
que poco a poco se va extinguiendo,
como metiéndose en sombras
como evaporándose
en unos ojos lluviosos;
y la melodia sigue terca
su forma es nostálgica
y su ritmo de ayes
deja mi boca con un sabor
a cobre vacio de balas,
los minutos siguen su rumbo
y la noche se acerca
a su meridiano
no es ningún meridiano,
es un holocausto
perpendicular de voces
que cantan una canción
desesperada
y la melodia terca sigue
al conjuro de mis manos,
mientras mis labios agudizan
sus deseos de beber agua,
miro nuevamente el reloj
y las teclas inarmónicas negras
parecen un ataud de besos,
cuyas cenizas trasuntan los mares
y se incrustan en la soledad
de los silencios humanos.
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