Con un martillo de justicia
y campanas de libertad,
voy cantandole a la vida
a ver que puedo salvar.
A veces me pongo triste
cuando no entienden mi canto,
hasta creo desencanto
pero luego me levanto
y al diablo no los aguanto ¡viva mi canto!
Cuando escribo
no distingo entre servil y ser vil,
pues ambos me dan lo mismo
yo dedico lo que escribo
al pueblo de mi país.
Jamás adulo al pudiente
ni al patán ni al hijito de papá,
ni al creído que se cree el más más de los demás,
yo me debo en este mundo a los Cristos de verdad.
¡Que vivan los desterrados
los que sufren al comer,
los niños pata en el suelo
los muertos por la violencia
y los que mueren de pie!
Con martillo y con campanas
le saco al mundo la madre
y me largo con mi canto
hasta las cinco de la tarde.
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