Hay luces reflegadas en tu nombre
y a veces sombras que no dejan ver tu rostro.
Todavia vagan por tu cuerpo nubes de tiempo
y los trinos de las aves huyen cuando presienten tu presencia.
No, ahora no debes silenciar la palabra,
hay que ponerla en movimiento
y buscar los azules silencios,
para ver si te sienten.
Tu estas siempre en los resagos de lo neutro,
como color aún no descubierto,
pero estas ahi perturbando a los vientos
y dejando una tristeza que sabe a pensamiento.
No puedo controlar tu movimiento,
a pesar que sigues un camino,
creeme y no te miento,
tu avasallas la luz y al mismo tiempo.
Son horas amargas y sin aliento,
que cubren tu cuerpo poco a poco,
tal vez sepultando esa pena voraz
que va mordiendo tu cimiento.
No deseo conocer tu precipicio,
a la larga no seré sepulturero.
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