Ya veo los atrevidos
sueños,
coloridos
y de emociones estremecidos,
aún solitarios
y repletos de angustia.
No quiero estropearlos
porque no son culpables,
aprendieron de nosotros
a mentir.
No quiero compartirlos
ni mucho menos mostrarlos,
aunque la penumbra de tus besos
irradie de luz las ilusiones
y los sueños que sueñan.
Estoy con las manos
en alto,
esperando su caída
que se produce lentamente,
como caricia atrazada
llena de pasión.
Los sueños
omnipotentes,
presagio
de mañanas grisis,
adoloridas
y anciosas de morir.